La imagen del Santísimo Cristo de la Veracruz fue realizada por escultor e imaginero granadino Eduardo Espinosa Cuadros entre los años 1940-1944, en su taller situado a espaldas de Capitanía General, se trata de una talla mayor del tamaño natural, en madera policromada, clavada a una cruz plana de madera, en color nogal, revestida de incrustaciones en taracea. El altar donde se muestra durante todo el año, se sitúa entre las dos portadas de la Iglesia de la Encarnación de Íllora (declarada monumento histórico-artístico el 20 de marzo de 1980).

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Tradicionalmente a esta imagen en Illora se la ha conocido como Cristo Crucificado; pero desde la fundación del CC del Stmo. Cristo de la Veracruz, se le denomina como Cristo de la Veracruz, en recuerdo a la anterior Cofradía, que según el Archivo Parroquial de la Iglesia de la Encarnación de Íllora, se debió fundar según los expertos en 1581 (aunque actualmente se esta investigando la posibilidad de que esta sea aún más antigua).

Este escultor es autor de maravillosas imágenes procesionadas actualmente en Granada, tales como Jesús en la entrada triunfal en Jerusalén, popularmente conocido como la "Borriquilla", María Santísima de la Victoria y la Santa Cena, siendo uno de los autores más reseñables de nuestra ciudad de la Alhambra en la posguerra.

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Se trata de algo más que un Crucificado de tres clavos, pues, representa la divinidad encarnada en forma humana en el momento justo después de expirar, pero ya muerto. Majestuoso, perfecto de proporciones, con la cabeza inclinada sobre el hombro derecho y la barbilla clavada sobre el pecho. Es una figura de total reposo, muy serena, esbelta, estática y libre de torsiones agónicas, cuyas manos están cerradas y el pie izquierdo descansa sobre el derecho. En ella predomina una severa verticalidad que transmite la quietud alcanzada tras la dolorosa muerte. Los brazos forman un ángulo acusado mientras que las piernas no muestran desplomes, manteniéndose rectas salvo una suave flexión de piernas. 

En la imagen, con poca sangre, de policromía exquisita, destaca su expresivo rostro: con los ojos entornados y hundidos en las órbitas, la nariz aguda, la boca entreabierta mostrando la lengua y los dientes. Vence la cabeza, impresionante en su dramatismo, sobre su pecho, en el que apoya su barba bífida, dejando caer masas de cabello sobre el hombro derecho (recordando al Crucificado de Velázquez), cuyo modelado se prolonga con el pincel sutilmente, manteniendo sobresalientes rasgos semíticos.

La citada carga de la cabeza hacia la derecha, es equilibrada inmediatamente con el avance casi imperceptible de la pierna izquierda. Leves manchas de sangre apenas tintan las rodillas y pies. Todo es equilibrio en esta vertical figura, realzada por la marfileña claridad de su cuerpo, plena de sentimiento, que luce sobre su característica cruz con incrustaciones de taracea granadina.

En ella se plasma, con rasgos de genialidad, la muerte de un Dios-Hombre, esto, unido a un acertado clasicismo en el cuerpo, que irradia poder, junto a un rostro de un dramatismo emotivo, sin dolor ni rictus, en el que idealiza le muerte de un Dios, sobrecoge a quienes lo contemplan.

Según consta en el mismo archivo parroquial, la imagen fue costeada por las hermanas Antonia y Herminia Gómez, hijas de D. Pedro y su precio fue de quince mil pesetas. Fue bendecida el 11 de Abril de 1944 por el párroco D. Jesús Maria Osuna Díaz, que tras rezar un rosario dijo una plática de bienvenida a la que asistieron unas 600 personas.

Algunos expertos ven cierto parecido, incluso dicen que puede ser copia, del Santísimo Cristo de la Misericordia, titular de la Pontificia y Real Hermandad Sacramental del Señor San José y Ánimas y Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia, más conocido como el Cristo del Silencio de Granada, paradigma de los Cristos andaluces, único e irrepetible; que realizara José de Mora en su casa del Albaicín en el 1695, lo que dejamos aquí a juicio del lector:

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Santísimo Cristo de la Veracruz   Santísimo Cristo de la Misericordia
Eduardo Espinosa - 1944   José de Mora - 1695

Tras varios años recaudando para ello, desde la fundación de nuestro Cuerpo de Costaleros y, siguiendo el consejo del anterior párroco de nuestra localidad, D. José Antonio Ortega Gómez, finalmente, el 9 de Noviembre de 2007 se trasladó la imagen del Stmo. Cristo de la Veracruz a Peligros (Granada), donde se realizó un laborioso  y necesario tratamiento de limpieza, restauración y conservación de nuestro titular y de su cruz, a cargo de ACRA S.L. (Actuaciones en Conservación y Restauración de Arte). Éste trabajo concluyo el día 11 de Marzo del mismo año.

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La Mano de Dios en el Calvario
Foto: Fco. Javier García Pérez - 2009

Gracias a la inestimable colaboración de la Muy Ilustre y Real Cofradía de Nazarenos de la Santa Cena Sacramental y María Santísima de la Victoria de Granada, en especial a la del director de su boletín cuatrimestral, Cenáculo, D. Ricardo J. Díaz García; exponemos a continuación una pequeña biografía del genial escultor granadino Eduardo Espinosa Cuadros.

Nació en Granada en el año 1884. Hijo de Manuel Espinosa Ávila y Matilde Cuadros García, fue bautizado en la Parroquia de la Magdalena.

Desde muy temprano comenzó a dar sus pasos de artista siendo discípulo de Ojeda. Pronto abrió su taller en la calle Jesús y María, número 11, hasta que en el año 1955 fueron expropiados sus locales y se vio obligado a trasladarse al naciente barrio del Zaidín.

Se casó con Dª. María de los Ángeles Torres Barea a la edad de veintiséis años en la Parroquia de San Cecilio el día 9 de Mayo de 1910. Enviudó sin dejar descendencia. Fue una persona profundamente religiosa, amante de la música y entusiasta de la guitarra. Poseía un porte elegante, esmerada educación y exquisito trato según relatan las personas que lo conocieron.

Tuvo numerosos alumnos en su taller, entre ellos el también imaginero granadino Domingo Sánchez Mesa (autor del Señor de la Expiración y del Señor de la Oración en el Huerto de los olivos que procesionan en Granada).

En 1929 participó en la Exposición Regional de Arte Moderno celebrada en la Casa de los Tiros con una obra titulada "San Juan de la Cruz" en madera policromada.

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Las obras del maestro se extienden sobre todo por Granada, además de Almería, donde se procesiona el grupo escultórico del Descendimiento. También en la provincia de Almería (concretamente en Berja) encontramos un importante retablo para la ermita de Ntra. Sra. de Gádor (que posteriormente fue pasto de las llamas durante la Guerra Civil), la imagen actual de Ntra. Sra. de Gádor, la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno de la misma localidad.

En Granada, cabe destacar obras como el retablo del Convento de Santa Paula, la imagen de Cristo Rey, para ocupar el altar mayor de la iglesia de la congregación hijas de Cristo Rey en 1940, una talla en madera policromada de San Juan de la Cruz y una imagen de San Juan de Dios, expuesta en la Casa de los Pisa.

Para la Semana Mayor Granadina realizaría sus más importantes imágenes, tales como Jesús en la entrada triunfal en Jerusalén, conocida popularmente como la "Borriquilla". Un soldado del gobernador que conduce a Cristo al pretorio y un sayón (conocido popularmente por el "bizco") que acompañan al Señor de la Humildad, María Santísima de la Victoria, y su obra cumbre, la Santa Cena.

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Según el estudio, Entre el arte y la religiosidad popular: Eduardo Espinosa Cuadros, del licenciado en Documentación y master en Museología por la Universidad de Granada y Hermano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, D. Francisco Benavides Vázquez, el imaginero, maestro de maestros, carece de una obra merecida, que estudie y reconozca desde la mayor equidad su trabajo como escultor, pretendiendo este autor con su artículo ese reconocimiento.
 
La fuente más cercana que nos habla de su persona la encontramos en la autobiografía de Domingo Sánchez Mesa, quien narra los años de su iniciación a la escultura en el taller de Espinosa Cuadros, quien desata la calidad del maestro así:

"... Pasé como aprendiz al taller del escultor imaginero Eduardo Espinosa (...) a quien siempre agradecí su amabilidad y corrección de buen caballero. En su casa inicié mi aprendizaje y allí encontré, en parte, algo de lo que yo tantas veces había soñado. Modelar, tallar la madera, policromar, y herramientas para trabajar y materiales (...).
 
Recuerdo la primera vez que como aprendiz me mandaron preparar barro para modelar. El maestro iba a modelar una imagen de la Inmaculada (...). En esta ocasión no sin cierto miedo, me atreví a montar el barro y a comenzar a modela la figura. Cuando el maestro me vio, me acuerdo me dijo: ¿tú te atreves a seguir?, pues sigue (...)."

El traslado de su taller y su vivienda se produjo pocos años antes de su muerte, sorprendiéndole en edad avanzada y en un bajo estado anímico. Eduardo Espinosa Cuadros falleció el 21 de febrero de 1956 en su ciudad de Granada, y pocos son los testimonios que de ella tenemos. Una breve columna aparecía al día siguiente en un diario granadino (IDEAL 21 de Febrero de 1956), firmada por Marino Antequera, Profesor de Historia del Arte. Decía así:

"En la tarde de ayer recibió cristiana sepultura Eduardo Espinosa Cuadros, uno de los escultores más populares de nuestra ciudad. Presidió el duelo, en el que figuraron numerosos sacerdotes, religiosos y artistas, el Vicario Capitular D. Paulino Cobo. El artista desaparecido se consagró desde muy joven a la imaginería religiosa con vocación y fervor no frecuentes y fue autor de muchas de las imágenes que en estos últimos tiempos han recibido culto más frecuente, como la Santa Cena y María Santísima de la Victoria, de una de las más vistosas Cofradías de Semana Santa, o la de Cristo Rey, titular de la Iglesia que lleva su nombre (...). Del amor de Eduardo Espinosa al arte religioso granadino es buena prueba el que con un reducidísimo grupo de entusiastas de las viejas Iglesias albaicineras toman a su cargo, sin otros medios económicos que la esperanza en la Providencia Divina la restauración de la Iglesia de San Miguel Bajo, casi medio siglo cerrada al culto, y vuelta a él hace muy pocos años. Con profunda humildad y viejo concepto de la imaginería, tomó actitud más de artesano que de artista. Ofreció su obra a la divinidad, no su arte a la admiración de los entendidos, y Aquel que sabe ensaltar a los sencillos ungió la obra del artista del raro don de la devoción, que se niega a los que todo lo confían a su habilidad y a sus medios humanos. Que las oraciones surgidas al paso de las imágenes hechura de Eduardo Espinosa Cuadros allanen el camino del artista hasta la vida sempiterna."